Considero uno de los escándalos más grandes de la filosofía la forma usual en la que ha sido interpretado el pensamiento ético de Immanuel Kant, constante que data desde los mismos días en que fue publicada la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, allá por 1785, y consolidada en buena parte por las críticas de Hegel, contra su supuesto formalismo.
Nada se puede hacer contra esa visión excesivamente parcializada de autores como Alasdair MacIntyre, que no pasan de una lectura rápida de las primeras páginas de la Fundamentación, pero sería ingenuo pensar que desde los días de Kant no han habido numerosas interpretaciones que le hagan justicia a su pensamiento (aunque ciertamente han sido un número reducido en comparación).
No obstante, hasta finales del siglo XX—y, por supuesto, hasta donde llega mi finito conocimiento sobre el tema—no existió una interpretación completa de todo el pensamiento ético de Kant, esto es, una que le dé la importancia sistemática que se merece a los escritos históricos y antropológicos del filósofo de Königsberg. Y es que todos sabemos que existen Idea para una historia universal con una mira cosmopolita, Hacia la paz perpetua, Antropología desde una perspectiva pragmática, entre otras obras, pero por una suerte de inercia intelectual, incluso pocos simpatizantes de Kant se han preguntado qué conexión tienen estos escritos con, por decir un ejemplo, los últimos párrafos de la primera sección de la Fundamentación.
En 1999, pues, se publicó Kant’s Ethical Thought, del estadounidense Allen W. Wood (y que debe diferenciarse de Kantian Ethics, posterior obra del mismo Wood), y constituye el primer estudio sistemático del pensamiento ético de Kant que le otorga un reconocimiento igual de importante a la parte metafísica y a la antropológica (como puede apreciarse en el índice de la obra).
Recién ha empezado mi estudio del libro (ciertamente más avanzado que Kantian Ethics), pero desde ya quisiera señalar un ejemplo (y espero posteriormente mostrar muchos más) en el que esta obra integra la parte metafísica con la antropológica logrando una interpretación más coherente (y discutiblemente más fiel al pensamiento del mismo Kant) sobre ciertos aspectos problemáticos y bastante discutidos.
Veamos la siguiente cita:
En la Fundamentación Kant dice prominentemente: «El ser humano siente dentro de sí mismo un poderoso contrapeso a todos los mandatos del deber, . . . el contrapeso de sus necesidades e inclinaciones» (F 4:405). Tales comentarios han servido como punto de partida para ataques a la posición de Kant, empezando con aquellos sobre el «rigorismo» y «formalismo» de Kant por racionalistas más moderados (como Schiller y Hegel). La psicología moral de Kant se presenta como un blanco relativamente fácil en la forma abstracta que asume en sus trabajos éticos fundacionales, donde puede ser asociada con su metafísica de «los dos mundos» del ser, y atribuida con culpa a su historia personal pietista o a la tradición estoica ética que Kant parece representar. Las críticas son más difíciles de elaborar si la sospecha de Kant sobre los deseos naturales es vista a la luz de su teoría empírica de la naturaleza humana desarrollada en sus escritos de antropología e historia. Incluso ahí, la visión de Kant sobre estos puntos será todavía considerada por muchos como extrema (o simplemente desagradable). Pero ya no podrá ser rechazada de la misma forma condescendiente. Pues la desconfianza de las inclinaciones (o deseos naturales) en el racionalismo de Kant no es sobre una hostilidad a algo tan inocente como la «finitud» o «los sentidos» o «las emociones» o «el cuerpo». La atención está puesta en vez sobre el (muy lejos de ser inocente) carácter social que los deseos naturales deben asumir en el proceso natural mediante el cual nuestras facultades racionales se desarrollan en la historia[1].
De esta forma, las razones que tiene Kant para oponer razón e inclinaciones, así como la necesidad de que aquella mande sobre estas últimas, «no están derivadas a priori desde la concepción de metafísica y moralidad de Kant, sino que son de carácter empírico y antropológico»[2].
Esto podrá sonar poco convincente para quienes tengan poco conocimiento de los escritos históricos y antropológicos de Kant, y precisamente por esto se volverá una nueva tarea de este bloguero difundirlos.
¡Kantianos de todo el mundo, únanse!
[1] y [2] Allen W. Wood, Kant’s Ethical Thought (New York: Cambridge University Press, 1999). La imperfecta traducción es mía, y pertenece a las páginas 250 y 251.