Las últimas diez semanas he dictado el curso de «Identidad Personal y Colectiva», como parte de un programa de nivelación para estudiantes de Beca 18, antes de que inicien el pregrado regular 2015-2 en la Universidad San Ignacio de Loyola. Una pregunta que les planteé ocasionalmente en clases fue: ¿qué es ser peruano?
La respuesta más fácil, de moda, y me temo que también la más superficial, es –ya lo adivinaron– la comida.
Pero una respuesta superficial puede albergar igual cierta verdad. Quizás cierta parte del orgullo por nuestra comida radique en su diversidad: bajo la categoría ‘comida peruana’ caben platos de Costa, Sierra y Selva, Norte, Sur y Centro. Tal vez un motivo de orgullo genuino de la peruanidad sea justamente aquella diversidad, el no poder encontrar algo fijamente peruano, una unidad, a no ser que caigamos en el chullo o la Inca Kola.
Como proyecto final del curso, las estudiantes (mi salón constaba de 39 chicas y tan solo 8 chicos) tuvieron apenas dos semanas para pensar un proyecto libre, de forma ya sea individual o grupal, con el único requisito de que tenía que estar vinculado con la identidad personal y colectiva.
Un grupo de once alumnas me planteó la idea de hacer un video sobre una joven que, llegando a la fama, pierde su identidad. Fue ahí donde les empecé a insistir acerca de qué era la identidad peruana, cómo la iban a plasmar, qué era lo que de forma concreta esta chica iba a perder. Finalmente eligieron sobre todo dos elementos: su lengua materna (el quechua), y su familia representada por la madre, a quien la joven llega incluso a negar tras haberse vuelto famosa.
Curiosamente, la joven en cuestión era una campesina que deja a su madre tras haber ganado una beca para estudiar en Lima, y llega justamente a la USIL, donde la vemos en circunstancias donde es discriminada, como muchos estudiantes del programa Beca 18 reportan haber sufrido también.
El corto se titula «Pérdida de identidad», y dura 27 minutos (con créditos e incluso bloopers).