Sigmund Freud

Dos conceptos fundamentales de la ética (o propiamente, una idea y una noción)

Virtud

Para Immanuel Kant, a diferencia de Aristóteles, las virtudes no serán ya estados (hexis) del carácter humano, como la moderación o la valentía. La virtud referirá únicamente a una fuerza de la voluntad, pero en relación a ciertos deberes. De ahí que Kant hable de “deberes de virtud”. La virtud ya no será, por ejemplo, la moderación, que puede ser elogiada desde la mera prudencia o utilidad. El deber de virtud será evitar la gula y otros excesos, y la virtud, propiamente, la fuerza de la voluntad para evitarlos. Esto no quita que la virtud, entendida como fuerza, opere en el ánimo a largo plazo de tal modo que uno ya ni siquiera desee (desde un punto de vista sensible) tales excesos. La vitud concebida por Kant termina dando forma a cierto tipo de estado en el carácter humano: una segunda naturaleza, en todo el sentido aristotélico.

A fin de cuentas, el hombre virtuoso y prudente de Aristóteles y la persona moral de Kant son uno y el mismo tipo. Kant se está preocupando en mostrar lo más profundo del fenómeno de la ética, mientras que Aristóteles está describiendo características, no menos profundas del alma del ser humano, pero adoptando un lenguaje en tercera persona.

Corazón

Es el lugar donde se da la pena más profunda, la alegría más sobria; es también el lugar sobre el cual la virtud pura es efectiva en nosotros. La ley moral no es algo que meramente pensamos, más bien, la sentimos en lo más hondo de nuestro ser. Sin lugar a dudas es el fenómeno que encontramos a la base de múltiples tipos de experiencia religiosa a lo largo de la historia de la cultura.

Una breve reflexión sobre la autoridad de la ley moral

Una ley que ejerce poder, fuerza sobre nosotros, inclusive al punto de llegar a anular cualquier resistencia nos presenta, ciertamente, una visión de la ética donde el concepto de autoridad juega un rol central. Claramente es este el elemento que mucho repugnó a Nietzsche, y que desde el psicoanálisis de Freud tendría una explicación relativamente fácil.

Sin embargo, más que tratarse de una causa psicológica operando quizás no tan sutilmente desde el inconsciente de Kant, estamos ante una reflexión perfectamente consciente por parte del filósofo acerca de la naturaleza humana. Siempre vamos a necesitar un dominio de la parte racional sobre nuestra sensibilidad, pero también, y sobre todo, sobre toda la esfera de opiniones y de valoración social en lo que no podemos evitar estar inmersos. La idea de Platón no sólo se opone a lo múltiple en lo material, sino a nivel de la opinión, de creencias infundadas, si bien mayoritarias, opuestas al Bien y a la Justicia. La perfección es algo que nunca podemos alcanzar, siempre habrá algún deber transgredido.

Lo inconsciente freudiano como noumeno kantiano

En el tercer capítulo de la Fundamentación para una metafísica de las costumbres, Immanuel Kant busca aplicar su flamante idealismo trascendental para explicar cómo es posible que el ser humano, considerado como una especie animal, esté sometido realmente a leyes racionales (a saber, una sola[1]), que son dadas independientemente de su constitución sensible.

Así como sólo conocemos los objetos del mundo a través de los sentidos, «tal como nos afectan, con lo cual permanece desconocido para nosotros aquello que puedan ser en sí», es decir, «pese a todo logramos con ello el simple conocimiento de los fenómenos, nunca de las cosas en sí mismas» (Kant 2002: 146; Ak. IV, 451), de igual modo, «al hombre tan siquiera le cabe conocer  cómo es él en sí mismo», pues sólo le cabe «recabar información de sí a través del sentido interno y, por consiguiente, sólo a través del fenómeno de su naturaleza y el modo cómo es afectada su consciencia», lo que le obliga a «admitir necesariamente otra cosa que subyace como fundamento, a saber, su yo tal como éste pueda estar constituido en sí mismo» (Kant 2002: 147; Ak. IV, 451).

En su escrito Lo inconsciente (1915), Sigmund Freud refiere al ámbito de cosa en sí (noumeno) de la filosofía kantiana como el lugar de lo inconsciente:

Del mismo modo que Kant nos invitó a no desatender la condicionalidad subjetiva de nuestra percepción y a no considerar nuestra percepción idéntica a lo percibido incognoscible, nos invita el psicoanálisis a no confundir la percepción de la conciencia con los procesos psíquicos inconscientes objetos de la misma. Tampoco lo psíquico tal como lo físico necesita ser en realidad tal como lo percibimos. (Freud 1973: 2064)

Queda el problema de qué tipo de teoría filosófica y científica puede dar cuenta de este ámbito que Kant se preocupó en delimitar fuera del conocimiento humano.


[1] Entre las muchas formulaciones de la ley moral, destaca la fórmula de la autonomía:  «no elegir sino de tal modo que las máximas de su elección estén simultáneamente comprendidas en el mismo querer como ley universal» (Kant 2002: 131; Ak. IV, 440).

Bibliografía:

FREUD, Sigmund

Obras completas. Tres volúmenes.  Traducción de Luis López-Ballesteros y de Torres. Tercera edición. Madrid: Biblioteca Nueva, 1973.

KANT, Immanuel

Fundamentación para una metafísica de las costumbres. Traducción de Roberto Rodríguez Aramayo. Madrid: Alianza Editorial, 2002.

Una demoledora crítica al existencialismo de Sartre y de Heidegger, cortesía de Erich Fromm

He adquirido El corazón del hombre, de Erich Fromm, y como siempre me pasa cuando leo sus libros, siento la necesidad de llenar este blog con citas que creo se sostienen por sí solas, sin necesidad de un mayor comentario[1].

Esta primera entrada recoge una cita del pie de página del prefacio del libro, donde Fromm arremete contra el existencialismo de Jean-Paul Sartre y de Martin Heidegger, tildándolo de superficial y decadente, si bien brillante. Veamos.

Este sustituto de la teoría de Freud [el análisis existencial] es superficial con frecuencia, y usa palabras tomadas de Heidegger o de Sartre (o de Husserl) sin relacionarlas con el conocimiento serio de hechos clínicos. Esto es exacto respecto de algunos psicoanalistas «existencialistas» así como de las ideas psicológicas de Sartre, que, aunque brillantes, son, no obstante, superficiales y carecen de sólida base clínica. El existencialismo de Sartre, como el de Heidegger, no es un comienzo nuevo, sino un final; son la expresión de la desesperación del hombre occidental después de las catástrofes de las dos guerras mundiales y después de los regímenes de Hitler y Stalin; pero no son sólo expresión de desesperación. Son manifestaciones de un egotismo y un solipsismo burgueses extremados. Esto es más fácil de comprender si tratamos de un filósofo como Heidegger, que simpatizó con el nazismo. Es más engañoso en el caso de Sartre, que pretende representar el pensamiento marxista y el ser filósofo del futuro; es, no obstante, el representante del espíritu de la sociedad de la anomia y del egoísmo, que él critica y que desea cambiar. (Fromm 1966: 9-10n)

Añade, además, una reflexión sobre un aspecto fundamental que las religiones y el humanismo han reconocido durante milenios, y que los existencialistas obvian de forma miope, a saber, el reconocimiento de valores objetivos que trascienden las respectivas creencias en divinidades que más que fundamentar tales valores, simplemente sirven para reforzarlos.

En cuanto a la creencia de que la vida no tiene sentido dado y garantizado por Dios, la han sustentado muchos sistemas; entre las religiones, el budismo principalmente. Pero con su pretensión de que no hay valores objetivos válidos para todos los hombres, y con su concepto de la libertad, que equivale a arbitrariedad egotista, Sartre y sus seguidores pierden el logro más importante de la religión teísta y no teísta, así como de la tradición humanista. (Fromm 1966: 10n)

Y eso es todo.

La imagen la saqué del post Why existentialism sucks!


[1] Dos ejemplos son las entradas: ¿Qué es Dios? Una concepción existencial, mística y práctica y Una definición ética de la racionalidad.

Bibliografía:

FROMM, Erich

El corazón del hombre. México D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1966.

(ir)Racionalidad

Ya en un artículo anterior, citando a Erich Fromm, dije que los aportes del Psicoanálisis no contradicen el desarrollo de una ética universalista—como la ética kantiana, por ejemplo—. Y es que el conflicto aparente que lleva a enfrentar ambas teorías no es otro que el de la racionalidad frente a la irracionalidad.

Mucho se dice de la irracionalidad, a tal punto que parece haberse puesto de moda. Sin embargo, tal conflicto—me parece—es superficial, y en realidad la racionalidad es el conjunto más amplio, que incluye a la irracionalidad, y la hace inteligible en primer lugar.

Citaré una vez más al infalible Allen W. Wood, que incluso en sus notas al pie de página (página 301, nota 19) nos brinda análisis invaluables.

La irracionalidad se muestra mejor en la política.

La irracionalidad se muestra mejor en la política.

A veces actuamos por razones de las cuales no somos conscientes, o sobre las cuales estamos en negación. La gente a veces piensa que casos como éste cuentan contra la libertad del albedrío. Pero claramente presuponen una libertad práctica en sentido negativo tanto como en casos que actuamos por las razones que creemos actuamos. Las explicaciones freudianas a veces atribuyen a subsistemas inconscientes u organismos en la mente el comportamiento que está motivado por razones. Por ejemplo, una persona obsesivo-compulsiva puede lavarse las manos con frecuencia porque esa es la mejor manera de reducir un conflicto psíquico del que no es consciente (excepto en la forma de una poderosa necesidad de lavarse las manos). Para reducir este conflicto en su comportamiento existe, entonces, no una explicación causal, sino una basada en razones; incluso si el comportamiento es en un sentido amplio «irracional» e incluso si la persona no es consciente (o está suprimiendo) la razón real de por qué está haciendo lo que hace. Por lo general, el comportamiento «irracional» no es más que una especie de comportamiento racional — no es un comportamiento que podamos explicar como el de un robot, de acuerdo a causas mecánicas, sino que es usualmente explicado por un conjunto de razones de las que el agente no es consciente (y que usualmente no serían vistas como buenas razones, si pudiesen ser sopesadas racionalmente). Sólo los seres con la capacidad de actuar de acuerdo a razones, por lo tanto con libertad práctica en sentido negativo, que implican múltiples posibilidades, y con la ausencia de una necesitación externa son capaces de comportarse irracionalmente[1].

La cita de Wood, como habrán podido notar, se da en el contexto de la discusión sobre la libertad del albedrío, tema que estoy tratando también.

Ah, y efectivamente este post no tiene nada que ver con el simposio de estudiantes de nombre similar.


[1] Allen W. Wood, Kantian Ethics (New York: Cambridge University Press, 2008). La imperfecta y apurada traducción es mía, así que para referencia, pongo la cita también en su idioma original.

Sometimes we act for reasons of which we are not aware, or about which we are in denial. People sometimes think cases like this count against freedom of the will. But clearly they presuppose practical freedom in the negative sense every bit as much as cases in which we act for the reasons we think we act. Freudian explanations
sometimes ascribe to unconscious subsystems or agencies in the mind behavior that is motivated by reasons. For example, an obsessive-compulsive person might wash his hands frequently because this is the best way to reduce a psychic conflict of which he is not consciously aware (except in the form of a powerful need to wash his hands). To reduce this conflict is then not a causal but a reasons-explanation for his behavior, even if the behavior is in a larger sense “irrational” and even if the person is unaware of (or suppressing) the real reason why he is doing what he is doing. In general, “irrational” behavior is merely a species of rational behavior – it is not behavior that is to be explained like the behavior of a robot, according to mechanical causes, but is usually explained by a set of reasons of which the agent is not aware (and which usually would not be seen as good reasons for it, if they could be weighed rationally). Only beings that have the capacity to act for reasons, hence practical freedom in the negative sense, involving multiple possibilities, and an absence of external necessitation are capable of irrational behavior. This and the behavior of birds and cats are merely two respects in which those who think it is easy to deny freedom of the will, or who think they can rid themselves of the problem of freedom at zero metaphysical cost by some easy form of compatibilism, underestimate the difficulty of taking either of these positions.

Sometimes we act for reasons of which we are not aware, or about which we are in denial. People sometimes think cases like this count against freedom of the will. But clearly they presuppose practical freedom in the negative sense every bit as much as cases in which we act for the reasons we think we act. Freudian explanations sometimes ascribe to unconscious subsystems or agencies in the mind behavior that is motivated by reasons. For example, an obsessive-compulsive person might wash his hands frequently because this is the best way to reduce a psychic conflict of which he is not consciously aware (except in the form of a powerful need to wash his hands). To reduce this conflict is then not a causal but a reasons-explanation for his behavior, even if the behavior is in a larger sense “irrational” and even if the person is unaware of (or suppressing) the real reason why he is doing what he is doing. In general, “irrational” behavior is merely a species of rational behavior — it is not behavior that is to be explained like the behavior of a robot, according to mechanical causes, but is usually explained by a set of reasons of which the agent is not aware (and which usually would not be seen as good reasons for it, if they could be weighed rationally). Only beings that have the capacity to act for reasons, hence practical freedom in the negative sense, involving multiple possibilities, and an absence of external necessitation are capable of irrational behavior.