El espíritu de la oración (incluye el principio moral de toda religión; además, Alan García de morado)

Dear Father in heaven, I’m not a praying man, but if you’re up there and you can hear me… show me the way… show me the way.

George Bailey. It’s a Wonderful Life.

Kant distingue como principio moral de la religión (en oposición a lo que denomina ilusión religiosa), el siguiente:

[…] todo lo que, aparte de la buena conducta de vida, se figura el hombre poder hacer para hacerse agradable a Dios es mera ilusión religiosa y falso servicio de Dios. (R 6:170)

Una religión verdadera no nos exige nada más que una buena disposición moral, el respeto absoluto a la humanidad presente en todas las personas. Creer que podemos hacernos agradables a Dios mediante acciones que «todo hombre puede hacer sin que tenga que ser un hombre bueno» no es sino superstición y fanatismo (R 6:174). Kant considera que esto se reconcilia con un sano sentido común y no necesita demostración alguna[1].

Podemos estar de acuerdo, sin duda, dado que negarlo significaría que un modo de creencia[2] (y sus ritos) tendría primacía sobre otros (el cristianismo o el islamismo sobre las demás, por ejemplo), y el fanatismo consecuente es irreconciliable con una moralidad de respeto a la libertad de pensamiento y de creencia.

flock-of-birds

Dentro de este contexto, Kant aborda el tema de la oración y su significación. Si la consideramos como un ritual interno, como la declaración de un deseo a un ser que no necesita de la misma (dado que ya la conoce), y además, como dirigiéndonos a ese ser en persona (como si estuviésemos convencidos de su existencia), entonces la oración no es más que «una ilusión supersticiosa (un fetichismo)» (R 6:194-195).

Como ya se anunció, la verdadera (y única) forma de agradar a Dios es mediante una buena conducta, y «el espíritu de la oración« no es otra cosa que una disposición moral buena que acompañe a nuestras acciones, y esto «puede y debe tener lugar «sin cesar» en nosotros», por medio de «la idea de Dios«, sin que eso signifique poder afirmar su existencia con plena certeza, algo de lo que somos incapaces (R 6:195).

No estamos autorizados a pedirle algo a Dios, excepto aquello que en última instancia depende de nosotros y de la fortaleza de nuestra voluntad. Pensar que Dios podría favorecernos, o a una nación por sobre otras, es ciertamente una ilusión y existen muchos ejemplos de ello.

Un ejemplo de oración genuina (sin duda una de muchas):

281787_511549908869090_1141459756_n

Que todos los seres en todos los mundos sean felices y libres, y que todos mis pensamientos, palabras y actos contribuyan de alguna forma a esa felicidad y libertad de todos.

Kant defiende la genuinidad del Padre nuestro, en tanto que incluye un pedido de pan (un elemento material, presuntamente ilegítimo), además de la resolución de una buena conducta de vida, en la medida que lo interpreta como el reconocimiento de una necesidad animal que nos es propia, y no como un requerimiento que esperamos que Dios nos conceda (mediante una intervención sobrenatural, que nos favorecería arbitrariamente a nosotros y no a otros).

Y terminamos con esta canción.

Felices fiestas.

Ver también:

Un ejemplo de fe que se basa principalmente en la razón (o qué significa ser cristiano de acuerdo a Gustavo Gutiérrez).

Immanuel Kant sobre el libro de Job (o una interpretación auténtica de la existencia del mal).

Kant y la —meramente pensable— inmortalidad del alma.


[1] Un ejemplo en forma de foto:

García+Andina

[2] Para la diferencia entre una religión y distintos modos de creencia, consultar esta entrada.

Bibliografía:

KANT, Immanuel

La religión dentro de los límites de la mera razón. Traducción de Felipe Martínez Marzoa. Madrid: Alianza Editorial, 2001.

Religion within the Boundaries of Mere Reason: And Other Writings. Traducción de Allen Wood y George di Giovanni. Cambridge: Cambridge University Press, 1998.