Matt Stone

The exploitation of Christianity: A true story

Told through a scene of «Christian Rock Hard», episode of South Park:

Stan: You know nothing about Christianity.

Cartman: I know enough to exploit it.

And that’s why you have to be a good person first in order to be a good christian or whatever.

For another post about South Park and philosophy, check: An honest definition of contemporary society.

An honest definition of contemporary society[1]

In South Park episode «Chickenpox», Kyle asks his dad why Kenny’s dad is poor, while they live in a big house, having being his best friend in their youth. His dad, Gerald Broflovski, at first answers simply that they don’t have as much money, to which Kyle suggests they should give them half their money and food. His dad laughs and honestly responds:

Oh, boy, you’ve got a lot to learn. Sit down, son. You see, Kyle, we humans work as a society, and in order for a society to thrive, we need gods and clods. Yes, you see, I spent a lot of time going to Law School, and I was able to go because I have a slightly higher intellect than others. But I still need people to pump my gas and make my french fries and fix my laundry machine when it breaks down. So Kenny’s family is happy just the way they are, and we are all a functioning part of America. (6:30-7:02)

We have here an honest justification for the existence of poverty, as a natural characteristic of human societies in general. In this crudeness, though, we can see clearly the inmoral, feeble and self-conceited reasoning that’s behind it.

For more South Park related philosophy entries (in Spanish, though), check: El agnosticismo (o sobre la existencia de un ave reptil gigante que controla todo), Do’s and don’ts of Reason (o cómo usar bien nuestra racionalidad) y Super Mejores Amigos.


[1] En vísperas del nuevo año tenemos la primera entrada en inglés de este blog, breve, sencilla y básicamente expositiva (para que se entienda en español, también), en ocasión del material de origen, así como para ampliar el público al que está dirigido. No esperen muchas más, y perdónenme la incómoda redacción, que no estoy acostumbrado a escribir en inglés.

Top 13 de entradas de Los sueños de un visionario en el 2011

Al igual que en el 2009 y en el 2010, presento las que considero son las mejores entradas del 2011 en este blog. A diferencia de años anteriores, será un top 13 y no un top 10. Para el próximo año no espero muchos cambios en la forma de Los sueños de un visionario, mas sí un incremento de entradas más elaboradas, como complemento de las meramente expositivas. Como se apreciará, la presencia de Immanuel Kant en este blog ha sido rivalizada (o, más bien, complementada) por la del gran escritor ruso Fiódor Dostoievski. Sin más, veamos qué tenemos.

13. ¿Nada más que dos artículos de fe?

El blog (o sea, yo) se enriqueció ilimitadamente con una lectura más atenta de la crítica de la razón a sí misma que llevara a cabo Immanuel Kant, lo que, a su vez, permitió profundizar en el problema metafísico que significa fundamentar la moral.

Ver también:

Prácticamente libres.

Dos tipos —muy distintos— de idealismo, de acuerdo a Kant.

12. La felicidad del perro.

La concepción de felicidad aristotélica aplica a la especie canina. Un argumento a favor de por qué la felicidad es una idea filosófica (y no una descripción de nuestra actividad neuronal).

Ver también:

La virtud del pueblo japonés.

El concepto de eudaimonía de Aristóteles: Una reformulación.

El deber en la ética de Aristóteles.

11. ¿Por qué no matar a la vieja? (o una entrada sobre los imperativos de la moralidad)

Una entrada basada en el problema fundamental de Crímen y castigo. En retrospectiva, el problema tiene más potencial, y la entrada no le hace del todo justicia. Es, además, uno de los tantos intentos de juntar a Kant con Dostoievski.

Ver también:

¿La religión dentro de los límites de la mera razón? Un diálogo entre Kant y Dostoievski.

10. Play the game.

Una breve pero estética entrada donde complemento la presentación de un problema ético con una canción.

Ver también:

Music and Life.

Mona Lisas and Mad Hatters.

Lou Reed define el amor.

9. La religión dentro de los límites de la mera razón, partes I y II.

Finalmente este año se le empezó a hacer justicia en este blog a la crítica ilustrada de la religión que lleva a cabo Immanuel Kant. Más que un despecho absoluto, en realidad Kant tenía un profundo respeto por la religión en general, y la cristiana en particular; en tanto estén al servicio de la moralidad, claro, constituyen precisamente su más profunda expresión.

Ver también:

Jesús de Nazaret, una mera interpretación racional.

Un ejemplo de fe beatificante (y otro de fe de prestación).

8. El liberalismo político y la regulación de los medios de comunicación (o sobre una de las consecuencias más audaces del primer principio de justicia de John Rawls).

Este año la coyuntura política peruana fui incluso más controversial de lo común, y este blog no fue indiferente.

Ver también:

Once motivos por los que votaré por Gana Perú en estas elecciones.

No a Keiko.

Cristo sedado.

7. Immanuel Kant sobre el libro de Job (o una interpretación auténtica de la existencia del mal).

La Ilustración no rechaza la religión, sino que explicita el orden moral que le es propio. Una lectura crítica de la Biblia encontrará dentro de esta misma los principios hermeneúticos correctos para su lectura, o algo por el estilo…

Ver también:

Breve comentario al comentario de Erich Luna sobre el libro de Job (o sobre los límites de la teología).

Sobre el conocimiento propio de la metafísica (o una justificación ilustrada de la Biblia, por si alguien la pidió).

6. ¿Qué es Dios? Una concepción existencial, mística y práctica.

Erich Fromm fue fundamental en los primeros meses de este año para empezar a darle forma a mis investigaciones kantianas, que ciertamente se enriquecieron del psicoanalista y tomaron un matiz más personal y profundo.

Ver también:

Una definición ética de la racionalidad¿Es posible una fe racional en el progreso de la humanidad?

5. La necesidad de la idea de Dios, y una —¿verdadera?— declaración de amor (o una entrada doble sobre Los hermanos Karamázov).

Supongo que uno puede marcar varios antes y después en su propia vida. Uno que se me ocurre está marcado por mi lectura de Los hermanos Karamázov, de Dostoievski, en mi humilde opinión la mejor novela jamás escrita. Su influencia en toda la modesta filosofía producida aquí es evidente, y lo seguirá siendo.

Ver también:

Amor humilde.

El superhombre de… Dostoievski.

4. El agnosticismo (o sobre la posibilidad de la existencia de un ave reptil gigante que controla todo).

Nadie trata problemas morales de forma tan penetrante como Trey Parker y Matt Stone. Ya era hora de que el agnosticismo sea ridiculizado como una posición intelectual en sí misma vacía.

Ver también:

Super Mejores Amigos.

¡Feliz día de San Pedro y San Pablo!

Do’s and don’ts of Reason (o cómo usar bien nuestra racionalidad).

3. ¿Qué es el corazón? (o sobre el misterio en la ética de Kant).

Esta entrada marca el inicio, propiamente, del tema que me ocupará buena parte del próximo año, en el que concluiré mi tesis de Maestría sobre el mal radical en la ética de Kant. Un aspecto descuidado, el corazón en las obras sobre ética de Kant delimita el lugar donde colindan la razón y la sensibilidad, y que nos resulta en última instancia insondable.

Ver también:

¿Qué es la verdad? (o sobre la existencia de una ley moral).

Deontología del corazón.

2. Ideas dobles (o sobre lo insondable en las propias motivaciones).

El príncipe Myshkin, encarnación del ideal de moralidad de Dostoievski, no podía faltar en este Top 13. Si bien meramente expositivas, las entradas basadas en sus ideas constituyen buena parte de la carne de este blog este año que se acaba.

Ver también:

La aniquiladora crítica al catolicismo del príncipe Myshkin.

Las cuatro historias del príncipe Myshkin: una «refutación» del ateísmo (o sobre lo que es propio de la religión).

1. Lawrence of Arabia: la historia de un profeta moderno.

Ya estaba presente tan pronto como en febrero la semilla de lo que significaría el problema fundamental que finalmente será el centro de mis investigaciones filosóficas para el año que viene (así como de mi tesis de Maestría), y que se  ha vuelto explícito en el último mes. me refiero a lo insondable de las motivaciones humanas y cómo puede encajar esta esfera inevitablemente existencial, donde habita una experiencia profundamente religiosa en una teoría ética sostenida en la racionalidad.

Mención honrosa: El pisco sour ideal.

El agnosticismo (o sobre la posibilidad de la existencia de un ave reptil gigante que controla todo)

Cada ser humano es un acertijo, necesita ser resuelto y si estás resolviéndolo toda tu vida, no digas que has perdido tu tiempo; yo estoy intentando resolverlo porque quiero ser un ser humano.

Fiódor Dostoievski, de joven.

¿Qué sostiene verdaderamente el agnosticismo? Vayamos al último capítulo de la temporada 15 de South Park, «The Poor Kid», para una didáctica explicación[1].

No nos engañemos: esto constituye una demoledora burla a la posición que equipara la creencia en una divinidad con sentido a la de un ser absurdo y sin función alguna para el pensamiento y la praxis humana.

De forma similar, podríamos preguntarnos si el argumento del Flying Spaghetti Monster, ¿se burla realmente de la idea de la divinidad? O es que, ¿en realidad no tienen idea de qué están hablando?

Immanuel Kant, como es sabido, tuvo que limitar el conocimiento para darle lugar a la fe[2]. En ese sentido, no podemos conocer si existe realmente el Dios del cristianismo o un ave reptil gigante. En realidad, no importa. No se trata de eso. El agnosticismo se queda en algo que, después del proyecto crítico de la Ilustración, es obvio y no nos dice nada. Es más, constituye en sí mismo una creencia. Negativa, por cierto, y que inclina a las personas a no reflexionar y revisar precisamente aquello en lo que creen (por más que esto sea una nada), y que necesariamente termina articulando su modo de concebir su lugar en el mundo.

Cuando renunciamos a un conocimiento acerca de la divinidad, no obstante, Kant creía, permanecía implacable el interés moral en las ideas de Dios y de la inmortalidad del alma, y de forma más exacta, en la moralidad misma, en un ideal moral que la sostiene (podríamos creer que no existe tal ideal moral, pero eso mismo sería un ideal moral, a  saber, que no debe haber una sola autoridad última, lo que es contradictorio con la autonomía de la persona que lo reconozca).

El agnosticismo refiere, entonces, a la existencia de Dios en su sentido más irrelevante, en su sentido literal. Si bien durante miles de años el discurso religioso se ha concentrado precisamente en ese mismo sentido (y se podría argumentar que por eso la teología también ha sido agnóstica), otra cara de ese discurso se ha ceñido en torno a lo que estamos obligados moralmente si es que Dios existiera (sin importar si es que existe realmente o no), a la virtud.

Vale la pena recordar lo que decía el príncipe Myshkin acerca de los ateos, que, al hablar de Dios y permanecer en este sentido literal, nunca llegan a hablar de lo que es verdaderamente importante.


[1] «No podemos saber con certeza si Dios y Cristo existen. PODRÍAN existir. Pero del mismo modo, PODRÍA existir un ave reptil gigante al mando de todo. ¿Podemos estar SEGUROS de que no la hay? NO, así que no tiene sentido hablar de estas cosas».

[2] “No comparto la opinión que algunos hombres excelentes y reflexivos […] han expresado tan frecuentemente, cuando sintieron la debilidad de las pruebas habidas hasta ahora: que se puede esperar que alguna vez se hallen demostraciones evidentes de las dos proposiciones cardinales de nuestra razón pura: hay un Dios, hay una vida futura. Antes bien, estoy cierto de que esto nunca ocurrirá. Pues ¿de dónde sacará la razón el fundamento de tales afirmaciones sintéticas, que no se refieren a objetos de la experiencia ni a la posibilidad interna de ellos? Pero también es apodícticamente cierto que jamás se presentará hombre alguno que pueda afirmar lo contrario […]”. (Kant 2007: 768-769; A741-742/B769-770)

Bibliografía:

KANT, Immanuel

Crítica de la razón pura. Traducción de Mario Caimi. Buenos Aires: Colihue, 2007.

Un ejemplo de fe beatificante (y otro de fe de prestación)

En torno a la idea de una religión racional, Immanuel Kant desarrolla cuatro tipos de fe distintas. A los primeros dos tipos, la fe religiosa pura o racional y la fe eclesiástica o histórica, se les suma, luego, la fe beatificante y la fe de servicio o de prestación.

La fe racional será la capacidad autónoma presente en cada persona de reconocer a lo que está moralmente obligada. La fe histórica, en cambio, es la expresión de estas obligaciones morales o no morales tal como se encuentran en los distintos modos de creencia religiosos, contingentes.

Si una persona reconoce como deber moral que no debe matar, entonces se podría decir que ahí está operando la fe racional. Pero a la vez, esto puede ser expresado de forma válida en un modo de creencia como el judeocristiano, de la forma «No matarás» (Éxodo 20:13).

Puesto que en realidad la fe religiosa jamás podrá darse en su forma pura, sino que siempre estará acompañada de ciertas características de una fe eclesiástica, Kant introduce dos nuevos tipos de fe, mutuamente excluyentes. La fe beatificante sería posesión de “todo aquel en quien la creencia eclesial, refiriéndose a su meta, la fe religiosa pura, es práctica” (Kant 2001: 143); esta fe será libre, “fundada sobre puras intenciones del corazón” (Kant 2001: 144). Por otro lado, tenemos a la fe de prestación, que “busca hacerse agradable a Dios mediante acciones (del cultus) que (aunque trabajosas) no tienen por sí ningún valor moral”, y son por lo tanto acciones “que también un hombre malo puede ejecutar” (Kant 2001: 144).

Puesto de otro modo, la fe beatificante estaría presente en cualquiera que busque anteponer los motivos que reconoce propiamente morales por sobre la contingencia de otras obligaciones presentes en los modos de creencia históricos.

Un ejemplo de fe beatificante:

En el video vemos como las distintas creencias mormonas, de por sí absurdas, operan en función de la moralidad, de enfrentar la injusticia.

La fe de prestación, en cambio, incluiría cualquier conducta neutra respecto de la moralidad, o incluso mala. Un ejemplo de esta última sería el inquisidor que tortura porque cree (erróneamente, de más está decirlo) que es lo que Dios quiere. Un ejemplo también de una fe de prestación, no en sí nociva, sino más bien neutra y sin ningún valor moral, lo pueden observar en la siguiente foto:

Para una entrada donde se presenta sistemáticamente la mencionada idea de una religión racional, ver: Por una religión dentro de los límites de la mera razón (o cómo es posible una religión basada en meras ideas).


Bibliografía:

KANT, Immanuel

La religión dentro de los límites de la mera razón. Traducción de Felipe Martínez Marzoa. Madrid: Alianza Editorial, 2001.

Do’s and don’ts of Reason (o cómo usar bien nuestra racionalidad)

En una alusión al estilo controversial de Richard Dawkins, los creadores de South Park imaginan un mundo dominado por intolerantes ateos.

El peligro está en el uso dogmático de la racionalidad y la lógica, que siempre debe ser crítico, y no pretender zanjar cuestiones fundamentales que se encuentran más allá de sus límites, como es el caso de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma.

Por tanto, les presentamos el primer don’t de la razón:

Para una entrada con una temática relacionada, ciertamente un do, ver Una definición ética de la racionalidad.


Bibliografía:

PARKER, Trey y Matt STONE

South Park Guide to Life. Running Press, 2009.